- Rubén Darío para niños, ed. Susaeta.
Tiene este autor algunos poemas narrativos maravillosos para niños, por su sonoridad, que suele encantarles y por sus mundos fantásticos poblados por princesas, hadas madrinas y otros seres mágicos: "Sonatina", "A Margarita Debayle" y tantos otros... Fundamental.
- Narciso, adaptación de Luz Orihuela, ed. Combel.
Este es un mito corto y sencillo que los niños suelen entender muy bien, con moraleja y que les resulta divertido.
- Going to school, Anne Civardi, ed. Usborne.
Todos tenemos que empezar alguna vez el cole. En esta historia se observa ese momento con una ternura subrayada por las maravillosas ilustraciones de S. Cartwright. Nos encanta.
-Te quiero porque... , Todd Parr, ed. Pirueta.
Las personas que más nos quieren suelen hacerlo porque sí y por lo que somos, sea lo que eso sea. Este libro nos lo recuerda. Se hace un poquitín largo.
- Cuentos para irse a la cama, Enyd Blyton.
Un clásico. Me encantaban las historias de Enyd Blyton cuando era pequeña por la facilidad con que tejía rincones mágicos dentro de nuestros entornos cotidianos. Una de las cosas que más me gusta de esta autora es que no considera a los niños hablantes lerdos. Quiero decir que utiliza un vocabulario complejo y rico, con el buen criterio de que sus pequeños lectores sabrán entenderlo (y, si no, ya sabrán apañarse). Eso sí, algunas traducciones de sus cuentos son muy antiguas y su estilo resulta un poco ñoño. ¡Cuidado! Busca una traducción actualizada. Y también es verdad que la sociedad y costumbres que retrata están ya bastante alejados de los nuestros, pero fantasear con lo oculto dentro de lo cercano sigue siendo atrayente para nuestros niños de hoy en día.
- El cuerpo humano, Delphine Godard.
Una perspectiva curiosa e interesante de cómo funciona nuestro cuerpo.
- ¡Pablo, no seas diablo! (Así empezó todo), Francesca Simon, ed. SM, col. El barco de vapor, serie blanca.
Precuela de Pablo Diablo en la que se explica cómo era la vida de Pablo antes del nacimiento de su hermano Roberto y cómo reaccionó tras el mismo. Todos, hasta los más traviesos, tenemos nuestro corazoncito...
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